Viaje misionero a la Argentina, 2006
Los miembros del grupo fueron encomendados por sus respectivas iglesias en oración: Pablo y Cristina (matrimonio) de la iglesia de Salou, Jordi Marcos de la iglesia de Tarragona, Daniel Blánquez de la iglesia de Zaragoza, Silvia Vera de la iglesia Cristo Vive de Madrid, Noelia Zambrana del punto de misión de esta misma iglesia en San Fernando de Henares, y yo de la iglesia de Granollers.
Algunos miembros del DEM despidieron al grupo que salió desde Barcelona en oración y el pastor Emmanuel Buch nos despidió a todo el grupo en oración en Madrid.
El viaje fue muy largo con paradas en Río de Janeiro, Montevideo y Buenos Aires antes de llegar al destino en Córdoba, después de 30 horas.
Córdoba:
Nos quedamos en el CCMT (Centro de Capacitación Misionera Transcultural). El domingo participamos en dos iglesias muy diferentes. Una es un punto de misión y la otra es una iglesia grande con visión misionera. Nos recibieron con mucho cariño y participamos en los cultos.
Tuvimos clases de orientación con el director del programa de ‘Inmersión Transcultural’ sobre «cómo trabajar con un grupo indígena». Algunos se asustaron con toda la información y las cosas para tener en cuenta, pero gracias a Dios la realidad no parecía ser tan complicada. Nos preparamos para el viaje al pueblo Mocoví, compramos ropa para los niños, literatura bíblica etc. y lo llevamos con nosotros.
Viajamos por la noche en «ómnibus», autocar hasta el pueblo Crespo en el norte. Llegamos a las 3:00 de la madrugada y buscamos otro transporte para llevarnos a Colonia Dolores. Llegamos casi a las 4:00 a la Misión Mocoví donde íbamos a quedar. Un matrimonio joven estaba de prácticas en el CCMT y nos recibieron. Nos instalamos como pudimos en colchones en el suelo, etc. y descansamos unas horas.
Colonia Dolores:
El día siguiente empezamos a hacer las visitas a los ancianos del pueblo, la presidenta del pueblo e ir hasta el otro pueblo La Criolla dónde habíamos planeado hacer obra pionera.
La sorpresa fue que unas semanas antes otro grupo había empezado a trabajar en el pueblo y un grupito se reunía para orar, etc. Aunque habíamos planeado volver al pueblo vimos cómo el Señor nos guiaba y abrió puertas de ministerio en Colonia Dolores que no esperábamos. Damos gracias al Señor por la obra ya comenzada en La Criolla y el punto de testimonio ya abierto en una casa.
¿Qué puertas se abrieron?
Visitamos al colegio en el pueblo Colonia Dolores y la directora nos recibió en su oficina. Nos presentamos y ofrecimos realizar un programa para los niños y adolescentes. Ningún grupo había entrado antes en el colegio. Las anteriores directoras no lo permitieron pero esta directora llevaba menos de dos meses en el colegio. Es una mujer muy religiosa y muy católica.
Aprovechamos la puerta abierta y acompañamos a los chicos en su desayuno en el comedor. Uno del grupo se disfrazó de payaso y para muchos fue la primera vez que habían visto un payaso. Después del desayuno realizamos un programa variado, hablamos de España y compartimos el evangelio a través de canciones, historia bíblica, etc.
Los profesores compartieron con nosotros sus preocupaciones por los chicos y también sus situaciones personales. Problemas que encuentran entre los chicos son, aparte de la pobreza, problemas con las drogas, el alcohol, embarazos de chicas de 12-13 años, problemas en las familias con casos de violencia y casos de incesto. Realmente encontramos chicos con muchas necesidades y sobre todo necesidades espirituales.
Damos gracias por estas oportunidades de llegar a todo el colegio con un mensaje de esperanza en Jesús a través del mensaje en palabras y en acción y obra social.
Realizamos otras actividades con los niños al aire libre con juegos, un programa evangelístico y talleres. Asistieron entre 80-100 niños y adolescentes. Los jóvenes de la iglesia del pueblo nos ayudaron y aprendieron cómo hacer las actividades.
El grupo de la iglesia que se reúne estaba un poco desanimado después de la marcha de los misioneros que había tenido lugar unos meses antes. Algunos del grupo realizaron una labor pastoral con ellos y otros con los más mayores de la iglesia. Participamos en los cultos varios días en la Misión y el domingo celebramos un culto delante de la casa del más anciano del pueblo, alrededor del fuego. Fue difícil tomar de la comida suya y de su familia que estaba preparando cuando mandó repartirla entre el grupo.
Fue increíble poder convivir en un pueblo de unos 610 habitantes. Estar disponible 24 horas al día para la obra y para la gente. Llegar a conocerlos y quererlos en tan poco tiempo.
Ayudamos en cosas prácticas en el edificio de la Misión. Faltó el calentador de la ducha, la cocina estaba totalmente quemada y se escapaba el gas.
Creo que todo el grupo puede decir que hemos dejado algo de nuestros corazones en Colonia Dolores. Pero podemos dar gracias al Señor por estar con nosotros, usarnos para llegar a otros con el evangelio y ser de ánimo para unos creyentes algo desanimados.